miércoles, 27 de mayo de 2015

Artículo: Una parroquia con santo

Es curioso cómo cambian los tiempos. Años atrás, las iglesias eran uno de los lugares más respetados y concurridos de las ciudades. Ahora, sin embargo, cada vez es menor el número de personas que asisten a ellas, sobre todo, entre las generaciones más jóvenes. Pero esto no es un impedimento para aquellas personas que sienten una vocación especial y se ven atraídas por los lugares sagrados y el mensaje que en estos se transmite. Un ejemplo de ello es Rafael Arnaiz Barón, monje burgalés perteneciente a la Orden de la Trapa, cuyo nombre lleva con orgullo la parroquia del barrio de Vista Alegre (G3) de Burgos.

Rafael Arnaiz nació en el año 1911. Llevó una vida ejemplar tanto a nivel académico como espiritual. En 1934 decidió dedicarse por completo a su vocación ingresando en el Monasterio de San Isidoro de Dueñas, conocido también como La Trapa, lugar que tuvo que abandonar en contadas ocasiones por sus graves y frecuentes problemas de salud. Murió en este lugar en 1938, a la edad de 27 años, dejando tras él uno de los legados místicos más importantes y destacados del siglo XX.

Hermano San Rafael

Su modélica forma de vida y sus enseñanzas le hicieron merecedor de la beatificación en 1992, llevada a cabo por el papa Juan Pablo II. Trece años más tarde comenzó el proceso de su canonización, la cual celebró el papa Benedicto XVI en 2005 en la Basílica de San Pedro del Vaticano. Esta ceremonia hizo que se trasladase a Roma una gran cantidad de personas. Además de personalidades civiles y religiosas, fueron a presenciar la ceremonia seguidores de Burgos, Palencia, Asturias y todos los lugares con los que mantuvo relación, y es que no todos los días se convierte en santo una persona de tu ciudad, alguien a quien admiras o, sobre todo, la persona de la que tu parroquia lleva el nombre.

Como se puede suponer, esta fue una magnífica ocasión para dar a conocer el nombre del Hermano Rafael, también fuera de España. Y es que hay más personas como él. Personas que sienten que tienen su lugar en un monasterio, una iglesia, un convento, pero que no se atreven a dar el paso final, ya sea por miedo, presión u otros motivos, ya que parece que en la sociedad actual los caminos religiosos cada vez están más cerrados. Aún así, siempre hay medios para conseguir lo que uno se propone, por muy difícil que parezca.

El ejemplo del Hermano Rafael demuestra que todavía no está todo perdido, que siempre hay un camino para la fe y gente dispuesta a luchar por él. Esto es lo que hace que te levantes cada mañana aunque veas el horizonte oscuro. Esto es lo que quiere transmitir la parroquia del Hermano San Rafael, que, a pesar de que la situación de la Iglesia en nuestros días no sea la más próspera, debe mantenerse ahí para cumplir con sus feligreses y con todas aquellas personas que, como Rafael, buscan algo mejor.

 Carmen Baragaño

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